(Por : Dessy Ariadna – Equipo de redacción de Stand To Jesus)
Romanos 6:1-2 (LBLA) :
(1) ¿Qué, pues, diremos? ¿Vamos a seguir pecando para que la gracia aumente?
(2) ¡Por supuesto que no! Hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?
Hay muchas enseñanzas falsas y conceptos erróneos que dicen que si una persona vive bajo la Gracia entonces es libre de pecar y permanece salva, pero ¿es eso realmente cierto?
¡La Biblia dice enfáticamente que no! La gracia (Gracia) no hace que las personas sean libres para vivir en pecado, al contrario, la gracia (Gracia) en realidad lleva a las personas a vivir en justicia y dejar atrás la maldad, ¿por qué? ¡La Biblia lo confirma porque todos hemos muerto al pecado!
Tito 2:11-12 (LBLA) :
11) Porque se ha manifestado la gracia de Dios que salva a todos.
12) La gracia nos educa a abandonar la maldad y los deseos mundanos, para vivir sabia, justa y piadosamente en este tiempo presente.
¿Cómo morimos al pecado? La Biblia confirma esto en Romanos 6:6-7 (IMB) Sabemos que nuestro viejo yo fue crucificado juntamente con Él, para que nuestro cuerpo de pecado pierda su poder, para que ya no seamos esclavos del pecado.
Porque quien ha muerto ha quedado libre del pecado.
Entonces, cuando estamos en Cristo y nos convertimos en nuevas creaciones, hemos muerto al pecado, y el Padre a través del Espíritu Santo nos da la capacidad de rechazar el pecado porque hemos muerto al pecado.
Las personas que se dan cuenta de que sus vidas han sido redimidas por el sacrificio de Cristo en la cruz, y se dan cuenta de que la gracia de Dios los ha justificado y santificado, vivirán de acuerdo con el estatus que tienen ahora, es decir, como personas que han sido santificadas y justificadas por Jesucristo, ya no vive basado en lo que dice el mundo sino en lo que dice Dios porque la Gracia lo guiará continuamente a vivir en verdad y piedad.
Hebreos 10:10 (NVI) Y es por su voluntad que hemos sido santificados una vez para siempre mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo.
Gálatas 2:20 (IMB) Con Cristo estoy juntamente crucificado, pero vivo, pero ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo físicamente, la vivo por fe, es decir, la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.
